martes, 17 de diciembre de 2013

UN PASEO POR LA SERRANÍA BAJA DE CUENCA (1) - MIRADORES DE LA SIERRA DE TALAYUELAS (14/12/2013)

Comienzo aquí un nuevo proyecto que rondaba mi cabeza desde hacía ya algún tiempo.
Pretendo daros a conocer parte de los senderos que recorren esta comarca. Tan cercana a Valencia y, paradójicamente, tan desconocida.
Siento una gran atracción por estas tierras limítrofes con nuestra Comunidad, no en vano han sido escenario de muchas de mis andanzas familiares y, digamos ... juveniles. Y claro, ésto marca y mucho.
A menos de hora y media de Valencia se encuentra Talayuelas, antaño uno de los pueblos más ricos de la provincia de Cuenca. Riqueza basada en la gestión sostenible de sus extensos y maravillosos pinares. Madera y resina generaban trabajo y capital.

Marcado para el "sangrado"


El "oro" líquido de Talayuelas
Hoy en día lo hacen en mucha menor medida, aunque no por ello los montes dejen de estar cuidados y limpios; por lo menos los que hoy os enseñaré.
Para empezar este periplo conquense elegí este pueblo y la sierra que lo ampara por el sur.
Sabía de la existencia del camino de los Miradores y decidí que sería el primer capítulo de la serie, espero que larga, intensa, excitante y un poco aventurera.
Pues allá vamos.
Antes que nada comentaros que el principal atractivo montañero de la zona y que muchos ya conocéis, es el    PICO RANERA que,con sus 1.430 m., es la cima más alta de la Sierra.


Mi intención para esta primera etapa era recorrer parte del marcado como PR-CU 18. Un PR que, por lo que he podido constatar, es de reciente creación y une, por lo alto de la Sierra, las poblaciones de Casillas de Ranera (primera población conquense que nos encontramos viniendo desde Valencia) y Talayuelas. De hecho, en la interesante e imprescindible web SENDEROS DE CUENCA este sendero no aparece como homologado.
Al llegar a la parte alta de la Sierra tenemos varios desvíos bien indicados que nos llevan a los Miradores, el principal atractivo de la ruta.
Yo decidí ir al grano y hacer la parte circular de este PR, precisamente la que transita por lo alto.
Serían unos 18 kms en total.
Pero una cosa es lo que tenía planeado y otra el resultado.
De esto tuvieron la culpa Miguel y Luna.
Y me explico, el punto de partida del recorrido está a un par de kilómetros del área recreativa de la fuente de Pie Mulo. Para llegar allí hay que desviarse de la N-330 por el kilómetro 222 (cinco kilómetros antes  de llegar a Talayuelas). Ojito pues el desvío sale por la izquierda y hay que tener cuidado al cruzarse la carretera. Una vez en la fuente continuamos ese par de kilómetros por una cómoda pista hasta un pequeño ensanchamiento junto a la pinada.
Eran poco más de las ocho de la mañana cuando llegamos, mi amiga Sole y yo, al punto de inicio, y allí había un coche. Aparqué junto a él y saludé a su ocupante. Resultó ser Miguel, un gran conocedor y enamorado de la zona (pasa los fines de semana en su casa de la cercana Aliaguilla). Sale siempre que puede a pasar el día por estas montañas junto a su simpática perrita Luna. Le expliqué el recorrido que pensabamos hacer y él se ofreció muy amablemente a hacernos de guía y acompañarnos con alguna variante sobre lo que yo había diseñado. Estaba claro, me puse en sus manos ... y dejé a Sole en el coche, ya me acompañará en otra ocasión.
Una verdadera casualidad que la diosa Fortuna me hiciera este regalo. Fue realmente una suerte encontrarme a esta pareja.
La mañana empezaba fresquita aunque mucho menos de lo que preveía. Comenzamos a andar siguiendo la pista que rodea la mole del Ranera por su escarpada cara noreste. Pasamos junto a una primera balsa que recoge las aguas del arroyo de las Parrillas y que servían de riego a unos abandonados huertos contiguos.

Luna en la balsa de riego
Más adelante pasaremos junto a otra charca donde, según Miguel, suelen retozar los jabalíes.


Enlazamos con la pista que viene del caserío de Polán y seguimos por la derecha. A nuestra izquierda, sobre la ladera de la montaña, aparece el vallado de lo que es una extensa finca cinegética. Vamos subiendo dejando el barranco de las Parrillas a la derecha.

Bajo las garras del Pico Ranera
Aparecen las primeras formaciones rocosas que nos acompañarán a lo largo de la jornada. De momento ya empiezan a llamar poderosamente la atención.



Llegamos al Collado del Pico donde podemos atravesar la valla y el paso canadiense.

Miguel y Luna en el primer alto en el camino

Nos acercamos para ver las estribaciones de la Sierra de Mira, Garaballa y el extenso Marquesado de Moya.

Al fondo la sierra de Mira y abajo Garaballa
Siguiendo en esa dirección, la pista nos llevaría hasta el Rento de Chicoteros (desde donde nace otra ruta de ascensión al Pico Ranera) y Garaballa. Lo dejaremos para otra ocasión.
Tras esta breve incursión en la finca, volvemos a la pista inicial para seguir en dirección al mirador de Peña Roya.


El camino sigue junto a la valla entre una frondosa pinada. Transitados un par de kilómetros llegaremos a un primer desvío por la derecha indicado como las Callejuelas.


Y allá que vamos, siempre con la simpática Luna correteando por delante. Se trata de un conjunto de sorprendentes formaciones rocosas (como el resto de miradores que visitaremos) constituidas por conglomerados triásicos sobre base de arenisca o rodeno.




Aquí dibujan estrechos pasos (las callejuelas) entre ellas donde vale la pena perderse un poco. Todavía no estamos en lo más alto de la Sierra y las vistas ya me dejan boquiabierto.



Volvemos a la pista para llegar al segundo mirador, el Pulpitejo.


Éste más espectacular si cabe. Una escalera esculpida sobre este gran bloque nos sube a su cima.


La gran mole del Pico Ranera se dibuja en todo su esplendor y detrás, la sierra de Aliaguilla.




El gigante más de cerca
Hacia el este la llanura de Sinarcas con sus campos y viñedos.
Allí mismo, acariciados por el sol, dimos cuenta del almuerzo.
De vuelta al camino llegamos enseguida al mirador de Peña Roya.


Otra increíble atalaya desde donde obtenemos las mejores vistas hacia la vertiente oeste, Talayuelas, Landete, castillo de Moya y hacia el norte la sierra de Campalbo y su parque eólico.

Talayuelas desde el mirador de Peña Roya




La sierra de Campalbo con sus molinos, detrás la sierra de Tortajada y al fondo Javalambre nevado

Panorámica hacia el oeste con Talayuelas al centro
La cámara ya hace rato que echa humo.
Estamos, ahora sí, en la parte más alta de la ruta (unos 1.300m.).

Estos postes nos ayudan a seguir la ruta
Volvemos a la pista en la explanada conocida como Placetilla de los Venados (haberlos haylos, dice Miguel) y continuamos hasta un cruce de pistas por donde se desdobla el PR. A la izquierda baja hacia Talayuelas. Nosotros seguimos por la derecha hasta el desvío del último mirador, el del Tormo, a poco más de un kilómetro.


Imperdonable no acercarse a él. Para mí, el que ofrece las mejores vistas. Subimos al peñasco ayudados por un par de peldaños de una escalera "en proyecto". La zona está siendo limpiada y las ramas se acumulan en su entorno.


Miguel se echa las manos a la cabeza al ver que han cortado un espectacular pino que se enraizaba entre las rocas.




El fantástico puntal nos ofrece inmejorables vistas hacia el noreste.

Hacia Talayuelas

Hacia el este con la Chupedilla a la izquierda, la laguna y el pico del Rayo



En este vídeo Miguel nos presenta todo el paisaje que se abre ante nosotros.

                                     




Sin comentarios.
Después de deleitarnos en este punto toca desandar hasta un poco antes del desvío. Veremos señales del PR que se va por la izquierda por un sendero.


Ya estamos de bajada. Ahora pisaremos un tramo de senda que no tiene desperdicio. Discurre por la pinada y está escoltada por bonitas composiciones rocosas.







Tras este breve paso por senda enlazamos con otra pista en el Puntal de Pie Mulo.


Allí toca girar a la derecha con el Ranera al frente.

Enlace con otro tramo de pista
Este tramo, conocido como el Madroñeral, hace honor a su nombre. Las laderas están preñadas de madroños.


Este estaba al principio de la ruta
Una verdadera pena que sus coloridos frutos hayan, ha no mucho, desaparecido. Debía de ser una auténtica fiesta para los sentidos. Me lo apunto para el próximo otoño.
Ahora tenemos otra perspectiva, esta vez desde abajo, de los primeros miradores visitados.


La pista acaba desvaneciéndose a la altura del barranco Fuerte por cuya margen izquierda nos bajará la senda en fuerte pendiente (por ahí tenía yo previsto subir). Según Miguel, tras las lluvias la senda se convierte en una fuerte torrentera.


Se acaba el camino y ...

... comienza la última senda de bajada.
Volvemos a enlazar con la pista del inicio casi en el punto donde habíamos dejado los coches. Un último vistazo de despedida a la sierra recorrida y punto final a una jornada inolvidable.

Vista de la cara este de la Sierra
Me despido de Miguel, a quien estaré siempre agradecido (estaremos en contacto), y de la simpática Luna. Yo, que no soy muy aficionado a los perros, nunca he visto a uno (una en este caso) tan feliz y alegre.
Ya de vuelta, parada en la fuente de Pie Mulo para llenarle unas garrafas a mi padre.


Un devoto de su agua.
Y para casa con la alegría de haber recorrido una joya de nuestra geografía, más cercana de lo que parece. Un territorio por descubrir y en ello estaré, poco a poco, saboreándolo sorbo a sorbo.
Adéu.










2 comentarios :

Anónimo dijo...

Ruta preciosa, estupendas fotos y la crónica de las que piensas "esa ruta hay que hacerla". Espero coincidir pronto contigo en la montaña. Un bs

Anónimo dijo...

Se me ha olvidado decir que la del comentario de arriba soy M. José.ttt