domingo, 27 de septiembre de 2015

ESCAPADA ALPINA - PARTE 2ª - ZERMATT - BREITHORN OCCIDENTAL - (09 al 15 SEPTIEMBRE 2015)

 A veces los sueños se hacen realidad ...
Cuando era un crío, y ya ha llovido algo desde entonces, mi hijo le preguntaba a su tío "Cacayo" qué montaña era esa tan bonita que salía en las cajas de lápices de colores de Caran d'Ache.
El Cervino, Jordi y está en los Alpes, le respondía su tío.


Aquella montaña se le quedó entre ceja y ceja hasta hoy que la tocará con los dedos, ... o casi.
No, no la escalaremos, aunque no será por ganas. Eso es alpinismo de alto nivel y uno no está para tamañas empresas. En cambio culminaremos una montaña bastante más asequible aunque, tratándose de un 4.000 alpino, tampoco es que sea un paseo en barca.
Hablando del Cervino, me gusta más Matterhorn (y es que nos vamos a Suiza) aunque resulte más difícil de pronunciar, nada nuevo que no conozcáis de esta mítica montaña perfecta o nada que yo pueda añadir. No sólo los lápices Caran d'Ache están en deuda con ella, también hay una réplica en Disneylandia, por sus laderas correteaba Heidi con sus cabras, y las porciones de chocolate Toblerone le deben su forma. Por no hablar de la pugna por ser el más rápido en su ascensión, nuestro gran Kilian Jornet o el suizo Dani Arnold poseen algunos de sus records.
Sólo una anécdota curiosa que me llena de satisfacción. Precisamente mi cuñado Ricard me la dio a conocer; en el mes de Julio de este año y coincidiendo con el 150 aniversario de su primera ascensión, la prestigiosa revista Desnivel eligió, por concurso entre sus lectores, el Cervino español. Y ¿a que no sabéis qué montaña estaba entre las tres ganadoras? ... mi querido Molló de la Creu. Un parecido razonable que, curiosamente, ya pregonaba yo desde la primera vez que lo vi y lo subí, allá por 2013.

                                                              Sólo les separan 1.437 kms de distancia y 4.022 m. de altitud.

Comprenderéis entonces nuestro interés, de padre e hijo, por ver y respirar un poco de Matterhorn.
Para ello me vais a acompañar al precioso pueblo de Zermatt en los Alpes suizos.
Madrugón al canto. Ciento cuarenta y cuatro kilómetros, dos horas y media de carretera desde Chamonix. Los pronósticos de la meteo eran regulares tirando a malos, aunque ... también fallan. El día elegido resultaría el mejor de nuestra estancia.
Son la 8:30 de la mañana y estamos en Täsch, localidad a la entrada del valle glaciar que surca el río Mattervispa y donde habrá que dejar el vehículo y tomar un tren ...



... que, en poco más de 15 minutos nos dejará en Zermatt, ...


... una ciudad libre de vehículos de combustión, sólo circulan coches eléctricos, bicicletas y algún carruaje para turistas. Mucho más coqueta que Chamonix pero igual o más cara.




Por su calles se respiraba lujo, alpinismo, esquí, exclusividad, montaña, silencio (a esa hora todavía no estaba invadida por las hordas de turistas) y tranquilidad.
Una tranquilidad que se convirtió en un ¡OH! de admiración cuando ante nosotros apareció la inconfundible y majestuosa figura del Matterhorn, espolvoreado de azúcar glas.


Una visión inolvidable.

Sin palabras. Las caras Norte y Este separadas por la arista Hörnli, su más famosa vía de acceso.
Cruzamos el pueblo, calle principal arriba, en busca de la estación del teleférico, el Matterhorn Glacier Paradise que es como se llama el dominio esquiable a más altura de los Alpes.


Nuestro objetivo, y ya os lo anticipo, es subir hasta el Klein Matterhorn (pequeño Matterhorn) con el teleférico y desde allí intentar el ascenso a nuestro primer cuatromil, el Breithorn (4.165 m.).

A la derecha el Klein Matterhorn (Pequeño Matterhorn) y a la izquierda el Breithorn, nuestro objetivo
El Matterhorn Express, como no podía ser menos, cuesta un pastizal, aunque en este caso sólo dolió la mitad, es lo que tiene tener un hijo periodista. Y vale lo que cuesta porque te sube desde los 1.600 m. de Zermatt hasta la cima del Klein Matterhorn a 3.883 m. El teleférico más alto de Europa. Dosmil y pico metros de desnivel en 100 minut ... digo Francos Suizos (ida y vuelta).
De las vistas en la subida mejor me remito a las fotos.

A nuestros pies el Glaciar del Klein Matterhorn, a la izquierda los de Gorner y Monte -Rosa. Centro arriba el Monte-Rosa y derecha el Lyskamm
Lo que tenemos hacia el Noroeste durante la subida
Una vez en el Klein Matterhorn (3.883 m.) no perdimos el tiempo en la parafernalia turística de la instalación y nos equipamos a conciencia para lo que nos esperaba. Bien abrigados, crampones, piolet, arnés, casco, a encordarse y para arriba.

Este helado de merengue es el objetivo, el Breithorn  Occidental. Se aprecia la diagonal de subida con alguna cordada y la "ola" de seracs

Con el Matterhorn detrás
Y aquí los dos, el pequeño y el grande
Los mejores pilotos de helicóptero de rescate del mundo en acción

La subida al Breithorn tiene tres fases. Primero un recorrido de 1.5 kms casi llano sobre el Breithorn Plateau.


Después una dura subida por una pala helada de 35º de inclinación.
Y un último tramo más suave hasta la estrecha arista cimera. Fácil ¿no?. No hay nada fácil en los Alpes y siempre hay que estar muy atentos.
Lo bueno es que es una ruta muy transitada y con buena huella (siempre y cuando se mantenga y no se difumine por una ventisca), lo cual no quiere decir que no tengas algún sobresalto. Ojito con salirte del camino porque las grietas ocultas acechan.
Y mucha calma en la subida por la pala inclinada porque tiene un buen patio hacia el Oeste.
Antes de llegar a esa empinada ladera encontramos un pasito delicado por la peligrosa rimaya que tendremos que evitar.



Con no salirse de la huella podemos salvar las grietas y comenzar la diagonal de subida.


Las nubes comienzan a entrar desde Italia

Aquí, la dificultad radica en la pendiente propiamente dicha y en el cruce con las cordadas que bajan. Después la pendiente se suaviza un poco cuando giramos hacia el Este en busca de la cima.


Ahora el peligro se oculta en la cornisa que cuelga hacia el Norte donde nos espera una caída de más de 1.000 metros. Lo dicho, a seguir la huella por la arista cimera y sin más dificultad llegamos a lo alto del Breithorn Occidental (4.165 m.).



Cresta de los Breithorn con el Monte Rosa, Lyskamm y Pollux
Felices y contentos
Increíbles vistas del cordal hacia el Este, con las cuatro cimas restantes del Breithorn (Central, Oriental, Breithornzwillinge y Roccia Nera), los Lyskamm, el Pollux, Castore y el impresionante Macizo del Monte Rosa.

La arista del Breithorn con el Monte Rosa y su Punta Dufour (4.634 m.) y los Lyskamm (4.527 m.) detrás
Hacia el Norte, un patio de aupa con los glaciares que se escurren hacia el valle de Zermatt.



Aquí en detalle con sus glaciares
Hacia el Oeste, el Klein Matterhorn, y la magnética imagen del Matterhorn y como telón de fondo llegamos a ver el macizo del Mont-Blanc.

Jordi en el Breithorn y detrás, de izquierda a derecha, Mont Blanc, Grand Combin, Dent d'Herens, Matterhorn y Dent Blanche
Hacia el Sur, Italia, las laderas que descansan sobre el Breithorn Plateau y los glaciares di Verra y di Ventina.


Todo este conjunto representa el macizo glaciar más grande de los Alpes tras el del Mont-Blanc y alberga cuarenta cimas de más de 4.000 m. Alucinante.
El viento azotaba de lo lindo y me quedé con la cara paralizada.
Una banderita italiana reivindicaba su parte de la montaña.


Un grupo de eslovacos estaba en la cima y les pedimos una foteta, el caso es que iban un poco animaditos y no atinaron ni una.
La bajada fue más rápida y a la que nos dimos cuenta estábamos en el Plateau donde nos relajamos al solete y repusimos fuerzas.

Vistas del Klein Matterhorn a la derecha y el Mont Blanc arriba al centro

Siempre los llevo en la mochila y en el corazón (con el viento, el frío y los nervios, ni me acordé de ella en la cima)


Las nubes comenzaban a subir desde el Sur cuando llegábamos al túnel del Klein Matterhorn. Rehicimos las mochilas y vuelta vertiginosa a Zermatt con la satisfacción de haber culminado nuestro primer cuatromil.




Paseo por la localidad, ahora sí bastante animada.





Con 4€ de pan bajo el brazo ...
Visita a su cementerio (silencio y respeto para la última morada de muchos alpinistas)...



... y bocata jamonero en un soleado jardín con el mejor atardecer que yo haya visto ...



... antes de tomar el tren a Täsch y volver a Chamonix con un cuatromil en el bolsillo y algo más importante, un sueño hecha realidad.

Nos despedimos de Suiza con estas vistas sobre Martigny, le Valais y el recodo del Ródano de subida al Col de Balme
¡Gracias hijo!
Adéu.