miércoles, 25 de mayo de 2011

GR-7 (5) CULLA - VILLAHERMOSA DEL RÍO (21/05/2011)

¿Quién dijo miedo?
Maratoniana etapa la que nos metimos entre pecho y espalda. A priori , y en mi caso (y creo que en el de la mayoría de los que acudimos), era un verdadero reto a superar, por la distancia y el desnivel, tanto de subidas como de bajadas. Un reto además, porque ponemos a prueba nuestro organismo. Yo nunca había alcanzado este kilometraje. Confiaba en mis fuerzas y en mi preparación. Sabía que lo superaría si no surgía ningún accidente o problema físico inesperado. El caso es que todo fue sobre ruedas (vaya símil) y no apareció ni una maldita ampolla.
Echamos de menos a algunos habituales que, con distintos pretextos más o menos justificados..., no acudieron a la "jornada de reflexión". Ellos se lo perdieron. Se perdieron un paseíto de los que hacen afición.
Un día para recordar por la perfecta climatología, la agradable compañía, y sobre todo por los preciosos parajes que recorrimos.
Os cuento:
Madrugón al canto...,en pie desde las 4:15h de la madrugada. A las 5:45h salíamos de Sagunt rumbo a Villahermosa del Río, fin de etapa,, donde a las 7:30h  nos esperaba el taxi que nos llevaría hasta Culla.
Aún tuvimos tiempo de deleitarnos con una coca de calabaza y almendritas gentileza de Nuria y Paco.
Poco antes de las 9:00h estábamos tomando café en Culla y a las 9:15 salíamos por la calle 29 de Maig. Sólo nos esperaban por delante 40 kms. con 1200 metros de subida y algunos más de bajada.
Yo divídiría la ruta en dos partes bien diferenciadas en cuanto al paisaje y al terreno. La primera, con una importante bajada hasta el río Monleón y posterior subida, dura al principio hasta Vistabella. La segunda, prácticamente de bajada hasta el cauce del río Carbo que nos conduce hasta Villahermosa. Entre ambas, un tramo prácticamente llano desde Vistabella hasta Sant Joan de Penyagolosa.



Primera parte:
Salimos de Culla y pasamos junto a unos originales gallineros excavados en la roca. Pronto el camino comienza a descender hacia el lecho del barranco de la Peña del Cuervo, que atravesamos. Dejamos a la derecha los roquedos de la Peña del Corv y els Morrals que van cerrando el barranco. Buenas vistas. Seguimos bajando tras pasar junto al mas de Lalar a base de lazadas que nos conducen en un santiamén hasta el cauce seco del rio Monleón. Este será el punto más bajo del recorrido. A la izquierda, casi ya en el pedregoso cauce encontraremos un abrigo con un pozo y enfrente las ruinas de un molino.



Atravesamos el cauce y, ahora viene lo bueno, comenzamos a subir y subir salvando un importante desnivel (hasta Vistabella será todo subida). La senda, ahora,  discurre entre pinos y conforme ganamos altura aparecen los enebros y alguna sabina. Ha cambiado el paisaje dejando atrás la vegetación más arbustiva que nos acompañaba hasta entonces. Dejamos cada vez más abajo el cauce del Monleón.
El sol aprieta de lo lindo (zona ésta de solana) y va haciendo mella en nosotros. Pasamos junto a una precioso enebro de gran porte (a la derecha del camino). Un último esfuerzo y llegamos a unos verdes prados. Corría un fresco airecillo que agradecimos. Buen lugar para reponer fuerzas y recuperarse del esfuerzo. Con vacas pastando entre los ribazos, decidimos practicar allí mismo la ceremonia del almuerzo (imprescindible en la religión de los senderistas). Bajo un impresionante y hermoso enebro cargamos los depósitos. Begoña, que había llegado exhausta, logró recuperarse fantásticamente y tras el susto, reanudó el camino como si nada hubiera pasado.
Aprovechamos la ocasión para realizar una foto de grupo con las flamantes nuevas banderolas de Rocacoscolla (espero que os gusten ) y que nos acompañarán a partir de ahora en nuestras salidas.
Seguimos... el GR-7, coincide a partir de aquí con el antiguo camino de Benassal a Vistabella. La pendiente se suaviza y con unas vistas impresionantes. Tenemos a tiro y la vemos enfrente, la ermita de Sant Bertomeu del Boí.



 Vale la pena desviarse unos metros y visitarla. Curiosos los fósiles que aparecen en el suelo y en las paredes del porche. Al fondo se distingue la peña de Culla y a nuestros pies el barranco de Pinella. El camino continúa excavado a cierta altura sobre otro barranco, el de l'Aigua con unas paredes que caen a plomo. Más vistas de impresión. La pendiente hace rato que se suavizó, pero seguimos en ascenso. Tramos de pista, algunos metros cementada, y senda de herradura nos llevarán hasta el Pla de Vistabella. El paisaje se abre y lo agreste se dulcifica. Estamos cerca de Vistabella. Pasamos junto a un abrevadero (derecha del camino) y su fresquísima fuente que nos vino de perlas para refrescarnos. Justo enfrente (izquierda del camino) una casa-chalet pintada de lila ("ofendiendo" el paisaje según Esteban Cuéllar en su guía del GR-7,....aunque no creo que sea para tanto).


Luego aparecen unos chozos junto al camino, original el de la izquierda con su pared en espiral cual concha de caracol. El camino es empedrado hasta el colladito desde donde aparece la villa de Vistabella. Eran las 14:30 y ¿qué mejor sitio que este para comer?. Dicho y hecho. Tomamos posesión de la fresca terraza de una tasca junto a la plaza y nos zampamos nuestros bocatas con un par de ensaladas y la "inevitable" cervecita fresquita. No es que estuviera previsto...pero se nos cruzó en el camino y tampoco era plan de oponer resistencia (¿a quién se le ocurriría la idea de poner un bar en el GR?).
Justo aquí estábamos a mitad de recorrido y nos quedaban por delante otros 20 kms.



Segunda parte:
Salimos de Vistabella por el camino del cementerio, pero sin malos rollos ¡eh!. El sol reluce en lo alto pero corre una agradable brisa y el calor no aprieta tanto. Pasamos junto a una ermita y algunas terrazas de cultivo.
Llegamos al Llano de Arriba tras un pequeño tramo de pinos y carrascas,  ahora es todo prácticamente plano   y pronto divisamos el macizo del Penyagolosa en forma de cresta. Un tramo sin dificultad orillado por bosquetes de pinos sobre un verde y florido tapete. Abundan las setas en el camino, senderuelas, champiñones y algunos boletus primaverales. Entre charrretas y charretas llegamos a la fuente del Espino.




A partir de ahí toca subir un poco entre un frondoso pinar. Una breve bajadita y estamos en la zona recreativa y de acampada del Planas. Enormes pinos laricios en una zona de gran belleza. Está bien acondicionada con servicios, mesas y paelleros. Había bastante gente acampada o pasando el día.
Atentos al enorme ejemplar de pino de cuatro garras, bien indicado a la izquierda del camino. Buen decorado para otra foto de grupo.



Ya hemos llegado a la ermita de Sant Joan de Penyagolosa con gran ambiente a esas horas de la tarde. Coincidimos allí (el mundo es un pañuelo y la montaña más) con el grupo de Casiaventurilla que venían de subir al Penyagolosa por la canal (¡qué buenos recuerdos!). Saludos cordiales y a seguir que todavía restaban 12 kms. hasta Villahermosa... ¡ Y qué 12!. Estábamos a punto de adentrarnos en el tramo más maravilloso, en mi opinión y no me equivoco si digo que en la de todos, de todo el GR-7 recorrido hasta ahora.
Un pequeño despiste nos hizo perder la pista correcta  y hubo que trochear hasta recuperarla. Estamos en la zona de la Lloma Plana. Vemos enfrente los impresionantes barrancos por los que comienza a abrirse paso el río Carbo.  Hay que estar atentos para desviarse de la pista en un brusco giro de 90º ya que no hay ninguna señalización que lo indique hasta bastantes metros después, cuando vuelve a aparecer alguna señal blanquirroja.Ya estamos de bajada. Atentos cuando lleguemos a una pequeña explanada, L'Ereta. A la izquierda nace una senda que es el comienzo de un vertiginoso descenso hacia el lecho del río.



Encontraremos un cofre con libro de visitas del GR. Pequeña parada para el té de las 6 (las 5 en Inglaterra) y  a bajar. La estrecha senda cae en picado y se recorta entre formidables paredes que encajonan al Carbo, allá muy abajo. Las vistas son impresionantes. Profundos barrancos que cortan la respiración. Alguna masía diseminada en precario equilibrio en los cantiles de enfrente. Zigzagueante, la senda sigue en descenso y atravesamos alguna pedrera. No hay que perderse nada en este abrumador entorno. La caída es de las que impresionan. Pronto se estrecha la garganta del río en la zona del Paso del Aire. Enfrente tenemos las masías del Carbo. Dejamos la cascada para otra ocasión. Una vez en el río, que baja por el barranco de los Izquierdos, lo cruzamos por un puentecillo de madera. Aparece la frondosa vegetación de ribera. El discurrir del sendero nos obliga a vadear el río varias veces sin dificultad alguna.



 Entre pequeños saltos y pozas cristalinas vamos haciendo camino. El río vuelve a encajonarse y la senda remonta la ladera derecha. Ganamos altura y volvemos a descender al cauce. Aprovechamos los últimos vadeos (todos menos el que suscribe, que había ido tan, tan, tan ,bien que a falta de pocos kilómetros no me atreví a descalzarme mis botas nuevas y creo que definitivamente domadas) para refrescarnos los pies en este inmejorable spa.




Ya divisábamos Villahermosa iluminada, al fondo, por los últimos rayos de sol de un precioso atardecer. Sobrepasamos la Masía de Roncales y el hotelito rural "La Posada del Río Carbo", que alguna parejita disfrutaría esa misma noche (eso es dar envidia....). Un último repechito cementado y hacíamos la entrada triunfal en Villahermosa del Río, que hace honor a su nombre, once horas después.



Eran las 20:30 horas y todavía nos quedaban dos horas más hasta casa...pero ¡Que nos quiten lo bailao!.
Disfruté como nunca de esta ruta.
40 Kms. menos o más (según se mire) del GR-7. Para mí los más bellos recorridos hasta ahora.
Y aún tuvimos tiempo de arreglar los males del país en esta maravillosa Jornada de Reflexión.
El lunes...todo continuaba igual...de momento.
Ya os contaré la próxima...

2 comentarios :

Unknown dijo...

Genial Paco,me a encantado leer la cronica,los estandarte s muy interesante,lo del las mesas en el bar algo de lo que me voy a tomar nota...jejeje.
Sois unos fieras!!!

Un abrazo!!!

ALEX dijo...

Que rutón Paco y que alegría volver a veros en plena faena. Hay que montar otra de las buenas eeehhh.

Un abrazo

Alex